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La forma física y la productividad del estudio

Continuando una serie de entradas que iniciamos hace tiempo sobre técnicas de estudio y sistemas de preparación, en esta entrada nos centramos en la condición física.

El estudio o trabajo intelectual es una actividad psíquica y, como tal, está condicionada por la salud física y el bienestar corporal. El estado físico condiciona nuestra disposición para el estudio, afectando a nuestra resistencia y a nuestra capacidad de concentración.


Aquellas personas que están preparadas físicamente suelen llevar mejor sus estudios que los que no los están por lo tanto es necesario realizar algún ejercicio físico de forma habitual. Lo verdaderamente importante es mover el cuerpo y ejercitar los músculos de forma regular y moderada.

También debemos procurar comer adecuadamente, ni mucho ni poco y procurando un aporte equilibrado de alimentos, ya que una alimentación rica en fósforo, calcio y vitaminas es imprescindible para el buen rendimiento intelectual.

El estudiante debe dormir entre siete y nueve horas, aunque lo importante no es la cantidad sino la calidad del sueño, ya que dormir lo necesario es la forma más natural de reponerse y descansar del agotamiento mental y físico, lo realmente importante es establecer unos hábitos regulares de sueño y relajación.

Dormir lo necesario es la mejor forma de conseguir energías para el día siguiente. Sacrificar horas de sueño para el estudio no es eficaz, ya que lo más probable es que al día siguiente estemos decaídos y cansados, rindiendo menos en el estudio. Un efecto de la falta de sueño es la reducción de la capacidad del individuo para mantener la atención fija en los contenidos a estudiar. Los llamados “lapsos”, el no reaccionar ante determinadas lecturas o informaciones, puede deberse a falta de atención concentrada por fatiga o sueño.


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